RESEÑA DE WONDER WOMAN

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Un montón de pensamientos optimistas germinaron en mi mente mientras veía Wonder Woman. “¡Al fin una buena película de DC, algo que no pasaba desde Nolan!”. “¡Esta es el mejor filme acerca de un superhéroe que es mujer!”. “¡Qué alivio que fue el capitán Steve Trevor el que aterrizó en Themyscira y no Ábner, mi compañero cuando trabajé en un call-center, porque ese cerote habría dejado morir a toda Europa en una nube de gas, a cambio de permanecer en una isla de puras mujeres y poder decirles que es propietario de una promotora de artistas sin que nadie pueda desmentirlo revelando que, en realidad, lo que hizo fue contratar una vez a unas patojas para servir de modelos en un taller de peinados que su mamá organizó en el Intecap!”.

Hablando de Themyscira, esa primera parte de la película es quizá la que menos disfruté. Aunque siempre voy a preferir una narrativa fluida y un buen desarrollo de personajes que el mero worldbuilding (el delirio de los nerds, el dulce néctar del escapismo máximo), siento que faltó un pushito más de textura. A lo que me refiero es que me habría gustado ver qué hacen las amazonas cuando no están partiéndose los queises. Pónganle: baby-Diana corriendo y cantando por la isla; mientras al fondo una doñita tiende ropa, otra lee, tres chavas cooperan para subir una maceta en una escalera y una seño intenta que una vaca se mueva para poder transportar su carreta de frutas; hasta que baby-Diana tropieza sobre el caparazón de su amigo el armadillo y después le caen unos cocos. Yo sé, es Moana. Pero esas secuencias son bien eficaces diciéndote en un par de minutos cómo vive la mara en un lugar.

La otra onda es que las amazonas en sí son medio aburridas. Cero chingadera. Aunque de algún modo tiene sentido. La comedia, reflexioné, proviene principalmente de tres fuentes: burlarse de la apariencia y/o fracasos del prójimo (las amazonas son muy honorables y compasivas para eso), sentirse uno mismo miserable (cómo mierdas, si viven en un paraíso y nunca se mueren) y los pedos (sus alimentos son demasiado higiénicos y saludables).

Pero todo eso lo compensa un guión sólido (Zack Snyder, Allan Heinberg & Jason Fuchs) y la dirección impecable de Patty Jenkins. Cacharon el personaje de Diana desde la primera hasta la última escena—Después de escuchar de su madre la mitología del origen de las amazonas, Diana pregunta “¿Y la mata dioses?”, refiriéndose a la espada otorgada por Zeus. Ese es su espíritu de permanente rebelión, desde wirita más interesada en tronarse deidades que en venerarlas.

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La movie agarra ritmo una vez cae Steve Trevor (Chris Pine) que aquí viene siendo la criatura extraordinaria que invita al héroe a la aventura. Tras una trepidante secuencia de batalla entre las amazonas y un grupo de proto-nazis que venían siguiéndolo—en la que pierde la vida la general Antíope (una fenomenal Robin Wright)—Trevor es capturado. Frente a un tribunal liderado por la Reina Hipólita, Steve Trevor dice, “Buenas tardes, señora. Mire, qué pena que vine solo a ponerlas en molestias. Su hija, tan linda, me salvó la vida. Ella me estaba diciendo que quería ir a la Guerra pero yo le digo que no tenga pena porque yo creo que ya lo resolvieron. Era un clavo que tuvieron porque había un partido y parece que se echaron los tragos y, ya sabe, se pusieron al brinco los majes, pero ya estuvo. Mejor, con lo que sí tal vez la voy a molestar, es que me dé posada unos dos meses, por lo menos mientras me recupero. Hubiera querido traerles algo, una su magdalena siquiera, pero con estas carreras ya ni pude. Lo que yo le ofrezco es que de repente les gustaría aprender algo de salsa y la otra cosa es que soy buen masajista, entonces, pensando ideas verdá, como tampoco vengo a estarme de haragán, podría darles unos masajes a las muchachas cuando terminen de entrenar. Vaya que allí en mi mochila ando cargando una crema de semilla de uva y unos bálsamos de ajonjolí”. ¡Perdón! Se me olvidó que era Steve Trevor y no Ábner.

Cuando la historia se mueve al mundo del hombre, en el segundo acto, es donde se encuentra el mero corazón de la película y donde más brilla Gal Gadot en un chingo de soberbios matices. Como yo lo veo, lo que confeccionó Jenkins es una historia de amor. No específicamente entre la Mujer Maravilla y Steve Trevor. Aunque ese romance, que combina una potente química entre Gadot y Pine y un balance preciso entre girar los géneros del cliché de “Dama en Apuros” pero sin hacer que Steve deje de parecer cabrón, valiente y, sobre todo, un buen aliado feminista—porque ese es el tipo de persona con el que Diana querría estar—, es excelente y a mi parecer el mejor romance en una movie de superhéroes desde que Christopher Reeve y Margot Kidder fueran absolutamente adorables en las Supermanes de los setentas/ochentas. Lo que creo es que Wonder Woman es una historia de amor entre la Mujer Maravilla y la humanidad, a la que conoce en uno de sus momentos más gachos.

La luz de la humanidad que viene aderezada con chorros de obscuridad es el tema central de Wonder Woman. La forma que Patty Jenkins eligió para revelarlo es simple pero excelente: 1) Diana descubre algo bueno que hacemos los humanos (como bailar, cantar, hacernos el paro entre nosotros, producir bebés, o los helados de vainilla), 2) Diana reacciona y la toma nos muestra su reacción—Varios críticos que he leído, en especial los que son mujeres, han celebrado cómo está lica está exenta de encuadres innecesarios a los glúteos de Gal Gadot y la cámara de Patty Jenkins siempre está enfocada, ya sea en capturar las emociones de Diana, o en decirnos “Permítanme ilustrarles cómo esta atlética dama se rifará el físico y a continuación desatará un manantial de dolor sobre este soldadito… sí, este cuque pisado que está allí ve… ese cabal… PEM PEM PEM”—, 3) ahora Diana descubre algo terrible que hacemos nosotros los humanos (como verguear animales, decidir qué tan bien debe vivir alguien según su color de piel o si porta o no una ñonga, o construir artefactos para asesinarnos a gran escala), 4) la toma nos muestra la reacción (emputada, indignada, estupefacta, etc) de Diana.

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Por eso las secuencias de acción de veritas te pegan. No solo porque están bien coreografiadas o porque el lazo mágico chingalavista se ve mega tuanis en contraposición con los tonos fríos de los pueblitos desolados. Sino porque cada acción va impulsada por, a) lo mucho que le emputa a Diana lo que hacemos, y b) lo mucho que le gustamos y quiere salvarnos.

Piensen en lo catártica que es esa escena. Ya saben cuál. Cuando Diana asciende de la trinchera y atraviesa la No man’s land. No solo la composición es hermosa, sino que está impulsada por el personaje. Es transformadora. Por eso decidí que esa secuencia será mi nuevo video para ver en las mañanas antes de salir a ganarme el pan y perseguir mis sueños, substituyendo así a mis dos videos motivacionales actuales: el de El Pin Plata anotándole un gol a Brasil y el de mi esposa dando a luz a mi hijo, y con “mi esposa” quiero decir “El Pin Plata” y con “dar a luz” quiero decir “anotar” y con “mi hijo” quiero decir “un gol a Brasil”.

Ahora, respecto al tercer acto. No creo que esta historia necesitaba un Ares. Y si lo necesitaba, no creo que la resolución final necesitaba de un duelo físico con Ares. ¿Por qué hace falta tirarse objetos contundentes cuando se está teniendo una discusión filosófica? Urge que alguien le avise a los ejecutivos joliwudenses que no todas las conclusiones de superhéroes requieren katos explosivos y a un jefe final de videojuego.

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De todos modos, hay que aplaudirle a Miss Patty el que, en medio de ese talegueo, haya logrado sostener la conclusión interna de Diana cuando mira a Charlie, Sameer y El Jefe, sus nuevos cuates, abrazarse dispuestos a morir juntos y en especial a Steve inmolarse por los aires en nombre de la causa. Es la esperanza que le faltaba para convencerse que los humanos somos más helado de vainilla que basura. Y entonces llega su mero momento de triunfo. No cuando le atraviesa el torso a Ares con un rayo. Nel. Me refiero a cuando se abstiene de sepultar a la Doctora Veneno debajo de un tanque.

Esa escena es tan de cómic de superhéroes, restregándote sus metáforas en la cara sin la delicadeza con la que Ábner masajea amazonas. El aire le arranca la máscara y la Mujer Maravilla descubre que la única mujer con poder que encuentra en el mundo del hombre es una mujer herida que se convirtió en “bruja” y construye horrores al servicio del patriarcado porque, en algún momento, debió pensar “puta, si no voy a ser respetada al menos voy a ser temida”. Diana lo entiende y le muestra compasión. Allí es cuando la Mujer Maravilla alcanza su pico máximo de mujermaravillismo.

Sería bonito si esta película inspira a más mujeres a oponerse a las opresiones y mircoopresiones patriarcales cotidianas. A decir cosas como “Disculpe, jefe, pero yo trabajé en este proyecto tanto o más que usted así que deme el reconocimiento que merezco” o “Le repito, caballero, que no quiero un masaje. Sí, yo sé que su crema es de semilla de uva y sus bálsamos de ajonjolí. Pero no es mi deseo ser masajeada en este momento. Por favor, pase al final de la barra por su combo de burrito de media libra crunchy”.

RESEÑA DE BATMAN V SUPERMAN: EL ORIGEN DE LA JUSTICIA

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Antes de entrar a ver BATMAN V SUPERMAN: EL ORIGEN DE LA JUSTICIA llevé a cabo la rutinaria visita al baño. Mientras me lavaba las manos, dos chavos se encontraron y se dijeron “Qué onda ¿Ya listo nel?”, “Simón, ¿a quién le vas?”, “Superman, ¿vos?”, “Batman”, “Buena onda, a ver qué tal”, “Casaqueamos al rato pues”. Así tipo partido de la Champions.

Como alguien que ha suspirado por ver al panteón de superhéroes de DC juntarse en la pantalla grande, desde una época en que—mirándome al espejo—también suspiraba por ver una cantidad respetable de vellos faciales juntarse en mi cara, yo a quien le iba en esta película era a la AMISTAD.

Antes de la película no me interesaba tanto qué tan bien ejecutada estaría la pelea central, sino qué tan bien ejecutada estaría la reconciliación. Pero durante la película ya no me interesaba eso. Ya ni le iba a Superman ni a Batman ni a la amistad, solo pensaba “Que se vayan esos dos hombres malos, mamá. Ya no los quiero ver más”.

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Lo que pasa es que el Batman de Ben Affleck es un excelente Batman. Es brutal, determinado y distribuye katos con el carácter que ningún otro Batman de cine, cine porno o cine porno con marionetas hechas de papel crepé lo ha hecho. También es sombrío y le tiene poca fe a la humanidad. Puedo vivir con este Batman. Pero Superman se supone que sea su opuesto filosófico: un torrente de disposición a creer en la gente. Pero nel. Este Superman también es sombrío solo que en otro sabor. El choque moral entre ambos es menos Iron Man vs Capitán América y más Freddy vs Jason.

Yo sé que desde los ochentas ha habido versiones bien darrks de Batman y también de Superman, y buenas historias con versiones extremas de los personajes (The Dark Knight Returns o Superman: Red Son, por ejemplo). El problema es que DC está comenzando su propio universo cinemático a lo Marvel, y es turbio—y puede ser nocivo—pintarlo sobre un canvas tan influenciado por cómics que pretendían deconstruir a los superhéroes, cuestionar su existencia o solo demostrar qué tan “gruesos” y macabros podían hacer a los Súper Amigos porque así eran los noventas cuando nos gustaba Korn, Marilyn Manson o Papa Roach.

En especial siendo fan de Superman, El Origen de la Justicia, y su precursora Man of Steel, son experiencias dolorosas. Es como ser amante de los chicharrones y tener que ver a un chef extrayéndoles la grasa y después rellenando sus cueritos con espinaca para hacerlos wraps. Así de MAL entiende Zack Snyder a Superman.

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O más bien es que Snyder entiende a Superman en una forma visual, icónica: poses clásicas sacadas de una página de Alex Ross, posturas renacentistas, descensos eclesiásticos del firmamento, iconografía cristiana hasta la chingada, etc. Pero yo creo que su fetichismo por las imágenes juega en contra de un entendimiento profundo del personaje—las pocas veces en que este Superman aparece ayudando a las personas, que es lo que un Superman hace, Snyder compone la escena de manera que Kal-El se ve distante, divino, fundamentalmente alien, en lugar de mostrarlo interactuando con la gente como el buen chato de Kansas que es.

Para mí el secreto es que Superman no es un héroe de acción, ni es Goku, ni tampoco una metáfora de Jesucristo. Las historias que más he disfrutado de Superman no terminan en derroches de poder, chivarretos cósmicos o su propio sacrificio. Terminan cuando sus enemigos esperan de él poder y violencia, y él les responde con compasión y astucia.

Yo sé que estamos en la era de los mega-blockbusters bombásticos, y que ninguna película moderna de Superman va a tener como clímax al Último Hijo de Krypton buscando una forma imaginativa de hacer que Mr.Mxyzptlk diga su nombre al revés y con ello vuelva a su 5ta Dimensión. Me encantaría, pero no va a pasar. Solo digo que para trasladar al Superman, y al restante desfile de héroes y villanos en trajes ridículos que a mí me gustaría ver, hace falta una humanidad, una ironía y un sentido del humor que no he visto en el lenguaje cinematográfico de Snyder (sin olvidarnos que el guión de David S. Goyer y Chris Terrio es desastroso).

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Por suerte, no solo soy fan de los cómics o de Superman. También le entro a la mitología y en ese aspecto la película no me defraudó, es una tragedia griega de escala mítica en donde los personajes dicen cosas a la vez espléndidas y absurdas. Eso me gusta.

También me gustó el Lex Luthor de Jesse Eisenberg. Actúa de una manera que entiendo por qué a algunos les ha dado ñáñaras, pero es diferente y un villano que es una escoria temible de persona—su última escena hizo más por venderme la idea de un poderoso mal inminente que todas las apariciones juntas de Thanos en el universo Marvel.

Entre todo, lo más gacho de la lica es la forma poco elegante en que muestra la existencia de los otros miembros de la Liga de la Justicia. No me gusta cuando Marvel interrumpe la fluidez de una trama para insertar eventos por desarrollarse en otra de sus licas, pero al menos ellos ya tienen un plan encaminado que en general ha dado licas chingonas entre las que hay algunos puntos de calidad bien altos. Cuando Batman v Superman lo hizo, lo que pensaba era “Muchá, cuéntenme bien esta película (no lo hacen) y luego hablamos de sus otros muchachos con habilidades especiales y vemos si me interesan”.

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Respecto a los planes de su universo cinemático, DC apenas se hace el quite con esta entrega. Vaaaya, está bueno, voy a ver Suicide Squad en agosto porque se ve alegre, me gusta David Ayer (Fury, End of Watch) y porque es una lica sobre villanos, así que no me importa si todos actúan como pedazos de mierda (de hecho, ese es el punto). También voy a ver Wonder Woman (2017) porque Patty Jenkins (Monster) ha dicho puras cosas acertadas sobre el personaje y porque, en los ratitos en que entró a chamusquear en El Origen de la Justicia, Gal Gadot hizo que Hera se sintiera orgullosa.

Pero no prometo querer ver la Liga de la Justicia si Snyder sigue chisguetéandolo todo con su angustia de adolescente noventero con una playera de Disturbed. Estos personajes son los juguetes más valiosos que tiene DC/Warner y Snyder es de esos chavitos que les prestás tu Flash para que juegue y te dice «Hey, mirá, ahora Flash está montando a este loro que acabo de sacar de su jaula y que maté con este martillo enfrente de toda su familia de loros» o algo así de DARRRKK. Así que yo diría que le quiten los juguetes cuanto antes por fa.

¡¡BONUS ESPECIAL TIME!!

PELÍCULAS CON MAYOR CANTIDAD DE HUÉRFANOS:

4) El Orfanato
3) Batman v Superman: El Origen de la Justicia
2) Dos Nacos en el Planeta de los Huérfanos
1) ¡El Aire Está Lleno de Huérfanos! (una película de ciencia ficción y romance que estoy escribiendo, en la que un hombre conoce a una mujer y se enamoran, pero nunca pueden darse el primer beso porque el aire que se interpone entre ambos está contaminado con millones de pequeños huérfanos)